Legué a aquella ciudad bastante concurrida por los exóticos un verano de 2013, pues en aquel lugar no era verano, sino invierno, llovía a diario, caía chubascos por las noches, y permanentemente garuaba el cielo nublado de aquella antigua y famosa urbe. Días como esta me senté en mi escribanía, me puse a leer libros, compendios, tratados, revistas, ensayos, artículos inacabablemente. Pasé madrugadas, días, tardes y noches en completa soledad solo el Facebook o el twitter se convertían en mi fiel compañía, recuerdo un día haber hablado con un viejo amigo de la PUCP por Facebook, cuando vertí de mi vida solitaria, pues me dio un consejo cicatero, pero nada despreciable, pues me decía que todos siempre pasamos un tiempo que nos sentimos solos, pueda ser que recientemente nos hayamos separado de nuestro círculo familiar, o nos haya dejado nuestra enamorada, o nuestra esposa o, que estemos en lugar que recientemente acabamos de conocer y llegar, llanamente me decía; “pues, cómprate un perro si te sientes solo”.
Desde aquel día renuncie tener conversaciones serias por Facebook, y me puse a leer otra vez, ya caía la noche de aquella tarde fría, ya había pasado un mes viviendo en esa ciudad, extrañaba a los amigos, amigas y peor aún mi corazón me reclamaba una amada con quien pudiera compartir, disfrutar todos los problemas y logros que tenía hasta entonces. Estaba seguro de tener amores virtuales, que jamás los conocí, ya dudaba del Facebook, de todas la enamoradas que tuve por Facebook, nunca supe si eran verdaderas o falsas, algunas no tenían ni una foto de perfil, hablaba como si estuviera platicando con una fantasma, mientras que algunas se identificaban con una foto de perfil de un gatito, perrito, flor, un pajarito, un zombi, un dibujo animado, algún paisaje, pues no sabía si eran personas o no con las que conversaba, algunas veces hasta pensé que en verdad tal vez eran unas gatas, perras o algo por el estilo.
Cada vez que estaba en la página del Facebook, siempre tropezaba con vicisitudes atrayentes, groseras, románticas, de burlas, de amor, etc. En algunos muros veía que ponían, cosas como; estoy triste, me muero de frio, te amo, te odio, mata un cabro siembra un árbol, eres mi vida, te extraño, te necesito, fuiste la persona más jodida que conocí en mi vida, lo jodiste mi vida, todavía no puedo olvidarte, me caso todos están invitados, cocinando un rico almuerzo, estoy mal, rumbo al hospital, las clases son aburridas, estoy de sueño, ya te olvide, me mojó la lluvia, esta que quema el sol, etc. Chismoseaba toda la realidad virtual de la muchedumbre que ocurría en el Facebook, hecho que no me hacía sentir solo, sino, integrado dentro de un grupo de vagos que no tenían nada que hacer y las 24 horas del día estaban en el Facebook, y para terminar me legaba un mensaje que decía; “¡¡¡¡Felicidades por ser la persona más conectada en Facebook, te vamos a regalar un trapeador para que te pongas a trapear tu cuarto!!!!”